Llego al D.F después de una "placentera" noche en el Ómnibus de México. Leí un buen tramo del libro "La Democracia Autoritaria" de Lorenzo Meyer. Nuestro régimen político no se ha despojado de su gen autoritario, dice y a pesar de la existencia formal de un sistema democrático los hombres del poder se empeñan en poner trabas a todo lo que signifique pluralismo político, contrapesos y reconocimiento de los derechos de quién se opone al que detenta el poder.
En Nayarit, en los últimos días se ha recrudecido esta tendencia. Hay congreso local, pero la mayoría desconoce los derechos de una oposición que tiene más del 30% de los asientos en la cámara y gobierna la capital del estado. Ejercen el poder como si fueran partido único y tuvieran el consenso social, que no tienen. Usan los medios para denostar y calumniar opositores y tratar de evitar, a toda costa, las alianzas partidarias que haga crecer el núcleo opositor.
Es increíble la manera tan burda como los diputados priistas del congreso local tratan de contener cualquier espacio opositor. Para ellos Tepic es una herida abierta que no sanará hasta verla limpia de toda oposición política. La forma como juegan con los tiempos legales, los dobles raseros y ahora, con el uso de turbas manipuladas que ocupan las tribunas del congreso cada que hay una discusión importante, significa una pérdida total de todo pudor político. No les interesa lo que la población de la capital opine de ellos. Lo que importa es servirle al patrón, y entregarle la cabeza de los que se atreven a hacerles frente.
Sin embargo, como ha ocurrido en otros tiempos y en otras latitudes, el péndulo de la historia se está desplazando hacia las fuerzas políticas que quieren, urgentemente, un cambio total de régimen. Ojalá los Nayaritas seamos los próximos protagonistas.
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