sábado, 15 de marzo de 2014

LOS TRILLIZOS DE SANTA CRUZ

En la primer semana de marzo, en mis visitas a las comunidades de Santiago, mis pasos me llevaron a Santa Cruz, en la región de Las Haciendas a una reunión de mujeres que integran un grupo solidario de ahorro dirigido por Bertha, una ama de casa de aquella región que, como la mayoría, su esposo se dedica a la pesca y a las escasas labores agrícolas. 

El grupo solidario funciona mediante el apoyo mutuo de las mujeres que ahí participan. Sus 30 integrantes aportan 50 pesos semanales y se prestan, mediante el sistema de “cundinas”, 1500 pesos semanales de una por una, lo que sirve para contribuir a la solución de sus problemas mas urgentes e inmediatos. Los préstamos se priorizan por la gravedad o la urgencia de las necesidades de las integrantes, así han funcionado desde hace varios años.

Me tocó asistir al momento en que deliberaban sobre la prioridad de los casos. Eran 3. El primero, de una mujer que requería comprar una medicina muy cara que usa para el control de un problema de la hipófisis. El Segundo, de un joven de la localidad, que sufrió un accidente jineteando un gran toro en un espectáculo de jaripeo en Guanajuato que lo dejo parapléjico y con un coma de varios meses y que su madre solicitaba algún recurso para trasladarse a Tepic e iniciar el proceso de rehabilitación. Obvio, estos dos casos, de salud tenían prioridad, pero también había la conciencia de que los recursos reunidos ahí resultarían insuficientes para enfrentar ambos problemas, pero de alguna manera, lo atenuarían. 

El tercer caso, era un tema de vida. Una joven madre, cargando dos bebés en sus brazos y auxiliada por su suegra, con otro niño, planteó su problema; Dio luz a trillizos, en un parto que esperaba dos y que sumados a los dos críos que ya tenía, su familia había crecido de 4 a 7 miembros, incluyendo a su esposo que trabaja temporalmente en la captura de camarones como la mayoría de los hombres del pueblo. Su expresión era una extraña mezcla de felicidad y preocupación, se sentía orgullosa de tener a sus tres bebés completamente sanos en sus brazos, pero sus ojos se llenaban de lágrimas al explicar que sus pechos no alcanzaban a dar de comer a los tres y que su situación económica se había deteriorado. Solicitaba el apoyo del grupo solidario que festivamente se lo otorgaban por aclamación, porque festejaban un acto de vida y de esperanza.

Por supuesto que me pidieron apoyo también, habían ya acudido a las instancias de apoyo oficial que se les habían otorgado una pequeña ayuda. Pensé en comprar unas latas de leche y unos pañales, pero uno de mis compañeros me dio la idea. “Yo pongo 500 pesos”, me dijo y entonces pensé en subir el caso a Facebook y solicitar la ayuda de nuestros amigos en la red social, lo que ha comenzado a dar resultado porque la generosidad y la solidaridad es un acto colectivo que se multiplica. Markitos Basulto dispuso de 20 latas de leche, Violeta y Nina Cobian Leon les regalarán su ropita de bebe que recién habían dejado, Clara Orizaga, Angelica Cureño y muchos amigos más nos ofrecieron su apoyo para enviárselos a los trillizos. 

Después pensé que generar una acción de solidaridad social era mejor que una acción de "caridad fotogénica" tan practicada por nuestros políticos tradicionales. Regalar, del dinero público, sillas de ruedas, bastones o uniformes a los equipos deportivos para salir en la foto y luego, cobrar el favor. Todos los días,  las primeras planas de los diarios locales están llenas de fotos  de regidores y diputadas haciendo esos actos de caridad, que no resuelven nada y que olvidan a los beneficiados una vez que que quedan impresos en la memoria de la cámara. 

Tenemos qué cambiar la concepción de la política local, alejarnos del clientelismo fotogénico y acercarnos a una política social integral que haga que casos como el de los trillizos de Santa Cruz, tengan un mejor futuro. Pero eso sólo podremos lograrlo si el pueblo se decide, sólo así. 

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